Para que educar musicalmente
Escrito realizado en el conservatorio de música , en la cátedra de Ética y Deontología del profesor Jorge Casas (año 2006)
El dilema acerca de la educación musical, su sentido o, mejor dicho, como darle un “buen” sentido a la enseñanza musical tendría que partir por una valoración del hecho musical mas allá de la corriente , no solo en el ámbito escolar, sino social.
Dice Juhani Pallasma(1)”(...)en la mayor parte de los países, el énfasis sobre el conocimiento operativo ha suprimido trágicamente la experiencia y el pensamiento artístico en la educación”. La sociedad posmoderna no niega el arte sino que lo apropia como elemento de consumo y en esta apropiación se encuentra su propia degradación. En ese paso de acto artístico a producto de consumo se encuentra la perdida de su realidad simbólica.
La educación musical de los últimos años se ha planteado una respuesta ha esto pero, lejos de ello, ha fomentado aun mas el nivel practico, en términos de consumo, de la música. La respuesta establecida ante esta nueva realidad estética está, creo yo fomentada desde la incorporación de elementos cotidianos al quehacer musical. Pero, sin embargo, esos objetos o instrumentos han perdido sentido de la realidad espiritual. Es decir, incorporar objetos y propuestas estéticas mas acordes con lo vivenciado día a día, desde el punto de vista sonoro(piense en cotidiáfonos, sonidos de la calle y música compuesta a partir de estos sonidos), es en muchos sentidos positiva pero carece de fuerza contraria a la realidad, con su concerniente pérdida de valor simbólico(vital para que cualquier manifestación sea considerada artística) si solamente se la presenta por la extrañeza que ocasionaría ser mostrada en la clase de música. Desde ya es muy importante ser sensibles a los estímulos sonoros y musicales que frecuentemente vivimos, pero el ámbito de la escuela debería proporcionar una reformulación de dichos elementos, sino serían la mera reproducción de algo que vivimos a diario. El estimulo proporcionado por la parte dirigencial a dicho material muchas veces significó el apañamiento a una degradación de la calidad musical, hija de la desvalorización de la misma. Se podría pensar que fomentar el uso de cotidiáfonos fue in crescendo a medida que regularmente los pianos de las salas de música se deterioraban sin solución de continuidad. Un ejemplo muy claro de esto es la pérdida de un espacio de calidad para el ejercicio de la clase de música. Sabido es que se utilizan otros espacios o que cuando a uno le presentan la sala de música del colegio, la misma no cumple con las mínimas características acústicas indispensables. Esto es posible no porque una mano perversa quiera destruir el ámbito musical, sino porque el cambio cualitativo en la apreciación musical del conjunto de la sociedad ha permitido esto.”Total, es solo hacer un poco de música para que los chicos se diviertan” o expresiones como “la música es una dispersión, lo importante son las matemáticas y lengua”. Este tipo de aseveraciones, incluidas en el pensamiento profundo de todos los actores del ámbito educativo(desde directores hasta padres, pasando por profesores de música) denotan una profunda falta de apreciación por el hecho musical, y esto es algo que la ética y deontología profesional del educador musical debería plantearse en carácter de urgente.
Murray Schaeffer dice “lo principal es que los sonidos no solo deben ser escuchados, sino que además deben ser juzgados y analizados. Si, por ejemplo, estamos escuchando el susurro del viento entre las hojas y por ahí pasa una topadora, el maestro no debería perder esta ocasión para señalarlo como un ejemplo de mala orquestación, tan atroz como cuando, en la música clásica se hace luchar una viola con un timbal”(2).
Pero ¿como haría un educador de estética musical para involucrarse con esta nueva realidad sonora y direccionarla del modo antes planteado? Si no se genera una sensibilidad en la apreciación de este, difícilmente pueda transmitir ese tipo de sensibilidad hacia el acto musical desde una perspectiva simbólica en oposición con la realidad empírica del día a día.
Si se toma lo disertado por Marcuse (3) este plantea que Tenemos que ser libres para crear una sociedad libre. Nuestra tarea es la educación pero en un sentido nuevo. Si esta no va mas allá de las aulas se vuelve impotente. Por ello debe comprender:
a) El espíritu y el cuerpo
b) La razón y la imaginación
c) Necesidades intelectuales e instinto.
Hay una distinción entre los contenidos musicales de EGB que poseen mayor idea de juego y sensibilidad corporal, en tanto que se plantean ideas claras de un adoctrinamiento para el acatamiento de órdenes, reglas de servidumbre.
En los contenidos de colegios secundarios y terciarios (incluyendo la educación musical), hay menor idea del juego y la sensibilidad corporal, en tanto que mayor énfasis en el adoctrinamiento para acatar las reglas.
La perdida del juego en el nivel secundario va de la mano con la perdida de goce estético para pasar a ser un goce intelectual. Pero la música va mas allá de eso y el educador no debe perder de vista esto. A la música se la puede “intelectualizar” pero nunca dejara de tener ese rasgo distintivo tan ligado al juego, al placer lúdico y simbólico que es claramente opuesto a la practicidad. Ahora sí, cuando la música para un adolescente es un referente de identificación únicamente, entonces la dirección de la educación musical no fomenta su carácter opositor y simbólico. Sería muy importante permitir una constante revalorización del efecto lúdico, de juego que posee la música, para no perder el grado de sensibilidad en cuanto a la percepción de los fenómenos sonoros que los relegan por una educación mal direccionada.
Si, siguiendo a Marcuse, nuestra existencia es el sujeto-objeto de la política.
En lugar del adoctrinamiento para la servidumbre, se plantea el adoctrinamiento para la libertad. Una vida sin temor, brutalidad, estupidez. Entonces nuestra tarea seria educar para crear una nueva sensibilidad, no para la servidumbre con los contenidos claros de oposición al adoctrinamiento para la servidumbre.
Retomando la idea de otorgarle un carácter artístico, de oposición a lo establecido a esa instrumentación cotidiana a ese estimulo sonoro. Entonces se podría pensar que del estudiante se puede esperar una persona que sea sensible, o genere sensibilidad hacia esos instrumentos cotidianos para que en doble juego de espejos la realidad se vuelva una obra de arte. Nuevamente Marcuse señala que el objetivo primordial de la educación debe ser concientizar a un tipo de hombre que:
1) Rechace los principios de actuación de la sociedad actual, que se libere de las agresividades inherentes a esta sociedad.
2) Sea incapaz de crear sufrimiento.
3) Tenga buena conciencia del goce y del placer
4) Trabaje colectiva e individualmente a favor de un entorno social e individual para ello.
A colación de esto ultimo y tomando a Schaeffer agregamos que:...habiendo limpiado cada una de las lentes de la percepción, podríamos volver a una reconfiguración de todas las formas de arte, en el trabajo de arte total, situación en la que arte y vida serian sinónimos.
Es decir, sujetos que tengan la capacidad de discernir y determinar cuanto del estimulo sonoro del ambiente es válido como forma de arte y cual no.
Hacer entender que los sistemas de dominación tomaron estos nuevos elementos de planteos estéticos para justificar su propia agresividad. Y redireccionarlos para que la percepción de la realidad torne a esta como una obra de arte seria un objetivo que nos acercaría con nuevas dificultades pero que, de seguro, tendría una dirección mas cercana al bien según se entiende desde estas posturas éticas ya descriptas. Pero, en este punto, hay que tomar en cuenta que la sociedad descripta por Marcuse ha cambiado sustancialmente. Los sistemas de dominación actuales, no están personificados en algún agente como el estado, la falta de autoridad reconocible plantea al hombre del siglo XXI la falta de una figura contra la que rebelarse. Esta falta no debería desanimar el planteo ético del educador de música, por el contrario hacer percibir a un estudiante que su capacidad de percepción del sonido y la manipulación del mismo genera una nueva obra de arte desde lo que es cotidiano permite que su sensibilidad sea desarrollada de manera tal que las falsas necesidades, (producto de una sociedad capitalista cuyo fin es el constante aumento del consumo y una actitud acorde de sus individuos para llevar a cabo ese consumo incesante) sean ignoradas al punto de rechazarlas o, simplemente, no buscarlas. El cambio surge desde la sensibilidad personal y no la manifestación grupal. En este punto hay que estar atentos, ya que el conjunto de acciones que llevan al adoctrinamiento para servir a esta sociedad de consumo no se resuelve en una sala de música, pero si es un trabajo integrado con otras artes y, creo yo, fomentado desde los primeros años de la educación. Su carácter opositor podría generar una huella muy valiosa en la realidad psíquica del sujeto que se intente autodeterminar más allá de los cánones de este tipo de sociedad.
Alejandro Martín Ruscio
(1)“La integración del arte en la educación general: arte conocimiento y realidad. El significado cultural del arte” publicado en La educación musical frente al futuro (Ed. Guadalupe) de la Sociedad Internacional de Educación musical.,febrero de 1994.
(2)”El Rinoceronte en el aula” ,(Ed. Ricordi), 1975
EL ERROR COMO NECESIDAD
Por Luigi Nono (1924-1990)
El silencio.
Es muy difícil escucharlo.
Es muy difícil escuchar, en el silencio, a los otros. Otros pensamientos, otros ruidos, otras sonoridades, otras ideas. A través de la escucha, intentamos habitualmente encontrarnos a nosotros mismos en los otros. Queremos encontrar nuestros propios mecanismos, nuestro propio sistema, nuestra racionalidad, en el otro.Hay en esto una violencia totalmente conservadora.
En lugar de escuchar el silencio, de escuchar a los otros, esperamos escucharnos todavía una vez más a nosotros mismos. Esta repetición es académica, conservadora, reaccionaria. Es un muro elevado contra el pensamiento, contra aquello que no es posible explicar, todavía, actualmente. Es el producto de una mentalidad sistemática, basada en los a priori interiores o exteriores, sociales o estéticos. Amamos el confort, la repetición, los mitos; amamos escuchar siempre la misma cosa, con sus pequeñas diferencias que nos permiten demostrar nuestra inteligencia.
Escuchar música.
Es algo muy difícil.
Creo que hoy en día es un fenómeno raro.
Escuchamos habitualmente de un modo literario, escuchamos lo que ha sido escrito, nos escuchamos a nosotros mismos... [...].
Para Musil, si existe una sentido de la realidad, debe existir un sentido de la posibilidad. Lo que hemos elegido no es necesariamente justo; quizás lo que no hemos elegido era más justo aún. Pasamos por esta experiencia en el trabajo en el estudio: hay muchos imprevistos, azares, errores. Pero errores que tienen una gran importancia.
Porque el error rompe las reglas. Es una transgresión. Es oposición a la institución establecida. Es lo que nos permite vislumbrar otros espacios, otros cielos, otros sentimientos en el interior y en el exterior, sin dicotomía entre los dos, contrariamente a la mentalidad banal y maniqueísta sostenida hoy en día.
Diversidad del pensamiento musical: no fórmulas, ni reglas o juegos. Sino un pensamiento que transforme el pensamiento de los músicos, más que entregarles un oficio que les permita hacer una música que se dice actual. [...]
En el trabajo de investigación o de ensayo estallan los conflictos. Estos son los momentos más emocionantes. Luego viene la ritualidad del concierto. Pero quizás es posible transformar esa ritualidad y despertar los oídos.
Despertar los oídos, los ojos, el pensamiento, el máximo de interiorización exteriorizada: esto es lo esencial hoy.
http://www.taringa.net/posts/musica/1340037/Luigi-Nono---La-lontananza-nostalgica-utopica-futura.html